Para una gran cantidad de personas que deambulan sobre este bendito planeta la Música es su alimento espiritual diario.
Pueda ser que no crean en un
dios invisible, pero el Espíritu invisible de la música los impulsa a seguir
adelante.
Puede que no tengan para
comer, pero nada puede impedir que escuchen Música. Y aunque la música que
escuchen no sea lo que tantos consideramos Música sino música “de segunda”, con
minúscula, para ellos es algo que los motiva, los alegra, los entretiene. Tal
vez sea lo único que conozcan.
Así como nosotros no
comprendemos (o nos negamos a comprender esa música), ellos no comprenden, no
les gusta o se niegan a escuchar y tratar de comprender nuestra Música.
Entonces terminamos estando
separados por aquello que debiera unirnos.
Hace unos días se suscitó una
polémica por los dichos de Lali Espósito sobre Javier Milei. La opinión de ella
era sobre un político cuyas ideas no le agradan y le parecen peligrosas y
perjudiciales para el interés general y él respondió diciendo que no sabe quién
es ella, y que “Escucha a los Rolling Stones”.
Así que me puse a pensar: “¿Cuál
es el valor de “escuchar” a este o a aquel otro si lo que te inspira es tan
engañoso que tu personalidad no mejora y te hace creer que sos superior a los
demás?” “¿No es acaso tan perjudicial como cualquier droga adictiva?”
¿Cuál es el mérito de escuchar a los Rolling Stones…?
¿En qué lo hace mejor o superior estéticamente a Milei sobre alguien que escucha a Lali Espósito (en este punto aclaro que no me interesan ni ellos ni ella, pero no es el asunto aquí lo que a mí me interese).
La verdad es que la mayoría
de los que escuchan no pueden tocar música… no pueden tocar ni el timbre de la
calle.
Sin embargo una horda de “personas”,
la mayoría trolls de las redes sociales han emitido opinión sobre el tema: ¿qué valor tiene?
¿No es triste que hayamos llegado
a este estado de cosas?
Y ahora mi comentario va
hacia la imagen que ilustra esta nota:
El periodista Tucker Carlson
entrevistó a Milei, y lo anunció en su Twitter con estas palabras:
“Javier Milei en Buenos
Aires. Enemigo del Washington Post y probablemente el próximo presidente de
Argentina”
Elon Musk, dueño de Twitter,
contestó: “Sería
un gran cambio” y luego volvió a tuitear
diciendo: “¡Pensé
que estabas hablando de Miley Cyrus!”
Hubo una oleada de respuestas al primer tuit de Elon, y no tantas al baldazo
de agua fría que significó el segundo.
Si realmente Elon se confundió porque para él es más importante una
cantante de segunda que un político de cuarta al que ni registra, si estaba
jugando una de sus habituales bromas o menospreciando a Milei, o cuál fue el
sentido de todo es un poco difícil de determinar porque Elon borró ambos tuits
y no le respondió a ni a Milei ni a los que quisieron intervenir en la conversación
respondiendo.
La cuestión es que todo pasó a ser un papelón para Milei, sus seguidores, los que repostearon (que es como se llama ahora al “retuitear”) o los que citaron a Elon.
La conclusión: nadie es tan importante como se cree.
Y... la MÚSICA es lo único que nos salvará...
Nota original de Blog Cuandoquieras... lo que sea
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