El
8 de Junio se realizó El Acusticazo, en el Teatro Gran Rex. Para los que vivimos El Acusticazo de 1972
esta nueva presentación significa muchísimo. Mucha nostalgia, pero también mucha esperanza.
Transcribo la nota sobre este evento publicada en Página 12,
escrita por Cristian Vitale, titulada “Una noche de emociones desenchufadas”.
Pero
antes te invito a que veas el video presentación que se publicó en el canal LITTO NEBBIA PAGINA OFICIAL
Litto
Nebbia, León Gieco, Edelmiro Molinari, David Lebón, Raúl Porchetto y Nito
Mestre, entre otros, recrearon el mítico festival realizado en 1972. También
participaron músicos de generaciones posteriores, como Nekro y Fernando Ruiz Díaz.
Al final, todos cantaron “La balsa”.
“No hay Acusticazo sin ‘Guilmar`”, cuenta León
Gieco que le acababa de decir Lito Vitale, en bambalinas. ¿Qué es “Guilmar”?
Muchos dicen que la mejor canción de aquel concierto que terminó grabado –y
publicado– gracias a la ocurrencia en acto de Robertone, legendario sonidista
del rock argentino. Y si lo pedís, y anda el rey León por ahí, lo tenés. Hacia
el final del set acústico que le tocó hacer, el santafesino recreó “Algo de
paz” con –casi– todos los músicos que habían participado del festival realizado
en 1972, y entre ellos el autor e intérprete de aquella linda canción: Miguel
Krochic. También lo rodeaban Edelmiro Molinari, David Lebón, Raúl Porchetto,
Carlos Daniel Fregtman, Eugenio Pérez, del dúo folk Miguel y Eugenio (que con
el ingreso de Diego y Pablo, se transformaría en Aucán), y Litto Nebbia desde
atrás, para que se escuche bien fuerte aquella frase concebida por Raúl, que
bien puede tender un puente entre ambos climas de época. “Te pide luz mi mente,
te pide luz mi día, te pido por favor, en estos malos días”, tronó en medio de
un Gran Rex colmado, a cuarenta y cinco años de aquel mojón en el largo devenir
del rock de acá.
La
parte del León había comenzado con una versión de “Hombres de Hierro”, esta vez
matizada por el blanqueo empírico del calquito que había hecho respecto de
“Blowin in the wing”, de Dylan. “No podemos sacarnos estas canciones de encima,
che, con los hombres de hierro que siguen entrando en las villas y los
colegios, ¿dónde está el 49 por ciento que se tiene que escuchar y no se
escucha”, preguntó Gieco, en una de sus varias intervenciones habladas. “La
idea que tuvimos con Nebbia fue cantar las canciones en el mismo tono, así que
voy a tratar de hacerlo”, siguió, en medio de la introducción a guitarra sola
de “La historia esta”. Tras ella, impecable, llegó el “Tema de los Mosquitos”.
El tercer tema de León solo fue “El fantasma de Canterville”, en el mismo tempo
(veloz) en que se la había pasado Charly por teléfono, una madrugada de
principios de los 70.
Tras
ella, el desfile de invitados. Primero Nito Mestre, en excelente estado, para
hacerle la segunda en “La colina de la vida”. Luego Porchetto, con el fin de
recrear una de las más bellas canciones del acervo acústico argentino: “Bajaste
del norte”. Entre ella y la que compartió con Edelmiro Molinari, David Lebón y
el mismo Porchetto (“La rata Lali”), Gieco blanqueó otra secuencia de sus inicios.
“Antes de grabar mi primer disco, me había llegado una oferta de la RCA para
hacer un disco de canciones de los Bee Gees en castellano. Iba a tocar con
Horacio Malvicino, que en ese momento tenía como apodo Alain Debray, y dije
`bueno, grabo esto, gano guita, y después grabo lo que quiero`. Pero apareció
Daniel Ripoll y me dijo `aguantá, que viene el acusticazo`. La verdad es que
pensé que me estaba celando por lo que había conseguido, pero después fui a lo
de Gustavo Santaolalla, que estaba por empezar a producir mi disco, le conté lo
de los Bee Gees, y me dijo, `bueno, andá a hacer eso y acá no pises nunca
más`”, evocó el santafesino, ante las carcajadas colectivas. Fue el instante
previo a la juntada total que versionó “Algo de paz”.
El
encargado de abrir la noche, fría por fuera y caliente por dentro, había sido
el alma madre de todo esto: don Félix “Litto” Nebbia. Guitarra en mano derramó
piezas históricas para deleite de quienes siguen su obra con precisión de
melómano: la maravillosa “Canción del horizonte”, “Sueña y corre”, grabada
originalmente en el Beat Nro 1, de Los Gatos; un estreno tardío llamado
“Canción para los inocentes”, la conmovedora “El bohemio va”, y “Vamos negro”,
pieza que había elegido para incluir en el disco del acusticazo original, con
Domingo Cura en la percusión. Y que esta vez recreó con Lito Vitale. Hacia el
final de su puñado de regalos en copa nueva, Nebbia recibió el “B.A.Rock Loor”,
una estatuilla hecha por el artista plástico Lean Frizzera, con el icono del
B.A.Rock que eternizó la película Rock hasta que se ponga el sol, y que sirvió
para presentar el B.A.Rock Salón de la Fama, una Fundación cuya intención es
reconocer la trayectoria de los grandes músicos argentinos de todos los
tiempos.
Tras
el reconocimiento, Nebbia reapareció en escena para ofrendar en público una
emotiva versión de “El rey lloró”, junto a León, y al final-final, ser parte de
la canción con todos de la noche (Emilio del Guercio y Ricardo Soulé incluidos)
que fue –claro– “La balsa”. Una noche que también le abrió sus puertas a las
nuevas generaciones. A Salta la Banca, banda poco acorde al espíritu de la
juntada. A Tino Moroder. A Nekro, el ex Fun People, a quien en realidad se la
entreabrió, porque los problemas de sonido lo obligaron a tocar dos temas ¡sin
sonido!, tras dos versiones para la ocasión: “This land is your land”, de Woody
Guthrie, y “Gurisito”, de Daniel Viglietti. Y a Fernando Ruiz Díaz que se
despachó con una folkie pero potentísima versión de “Mañana en el Abasto”, y
otras de “Plan B” o “Y lo que quiero es que pises sin el suelo”, con Catupecu
Machu, banda que seguramente será parte del B.A.Rock V a realizarse en octubre.
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