domingo, 18 de agosto de 2019

Cosas que pasan - José Larralde y los gorilas


Esta es una transcripción de una publicación en Facebook realizada por el periodista Miguel Ángel Morelli sobre la presentación de José Larralde, apodado el Pampa, en el Teatro Cervantes (Quilmes), el 21 de Julio de 2019.
El ella el periodista expresa la impresión que le causó este ídolo de su juventud (y de tantos de nosotros).
Lo ve como lo que realmente es: un ídolo con pies de barro, amargado por la vejez y sin la sabiduría que debieran haberle traído los años. 
La publicación, como se muestra en la captura de pantalla del final es Pública.
Se dio a continuación un interesante debate, que se puede leer en la publicación original, siguiendo el link al pie de la transcripción.

COSAS QUE PASAN

No sé cuándo fue que descubrí a José Larralde, pero es fija que habrá sido allá en el pueblo, apenas entrado a la adolescencia y de la mano de "El porque", "Sin pique" o tal vez "Permiso", ese himno que me ha acompañado desde entonces. Sobre el pucho, y como para agrandar todavía más mi entusiasmo, llegaron "Herencia para un hijo gaucho" y "Pa'que dentre". Ya no quedaban dudas: el Pampa era un grande entre los grandes y uno no podía dejar de ser incondicional suyo.

Nobleza obliga: tampoco recuerdo cuándo lo escuché en vivo por primera vez, pero sí tengo bien presente que fue gracias a esta profesión de bajateclas que tuve la oportunidad de entrevistarlo en su vieja casa de Avellaneda, a tiro de honda de la cancha de su querido Independiente (según me confesó ese mismo día, me correspondió el raro privilegio de ser el primer y único periodista al que le abrió las puertas de su hogar para que lo reportease). Anoche, y merced a la invitación de Gabriel Torres, volví a verlo sobre el escenario. Fue en el Cine Cervantes, acá en Quilmes. El show (si es que fue un show el suyo) arrancó a las 20, en pleno diluvio, y se prolongó hasta las 0:30 de hoy. Cuatro horas y media, casi casi lo que duraban en su época las tragedias de Shakespeare.
Larralde cantó poco y habló mucho, acaso demasiado. Como quien necesita repasar una y otra vez distintos episodios de sus ya largos 82 años, inundó la noche con anécdotas divertidas y de las otras. Eso sí, matizándolas a cada instante con opiniones políticas, porque si algo hay que reconocerle es que el hombre no le esconde el bulto a lo político. Opiniones más bien desangeladas que nos terminaron revelando a los presentes que está solo, tal vez muy solo, y rabioso, demasiado rabioso. Es verdad que a esta altura resulta cosa señalada que don José -creo que a todos nos consta- siempre fue un mal arreado, y acaso allí haya estribado su mayor virtud, pero el escepticismo lo ha derrotado definitivamente y ahora se deja arrastrar por la incontinencia verbal e incluso el impudor. Así las cosas, obsesivamente arremete contra los que alguna vez, en ocasión de una protesta, pintan las paredes del Cabildo y los manda a ver "La patagonia rebelde", para enterarse de cómo eran los anarquistas de verdad. Nombra varias veces a Lázaro Báez pero omite el apellido Calcaterra, vocifera contra Perón pero se olvida del estatuto del peón de campo... Y sobre llovido, mojado: alguien pega el grito para avisarle que "la cuarta está muy desafinada, maestro" (creyendo, buenamente, que a lo mejor sobre el escenario no hay buen retorno). Larralde entonces recoge el guante, ironiza, chicanea... pero el clavijero no miente: la guitarra está desafinada nomás (y lo seguirá estando durante todo el recital).
Una vez en el auto, me pongo a recordar aquellos versos del Pampa que he repetido tantas veces: "Pero cuidao con que el odio le empiece a roer la mente; / hay muchos hombres decentes que se mantienen en pelo. / El odio es mal consejero, enfermedad inconsciente..." Mucho más joven, y por lo tanto menos proclive que yo a perdonar banquinazos, Gabriel comenta; "No hay viejos gorilas, Morelli, hay jóvenes gorilas que se van poniendo viejos".
En fin, cosas que pasan.

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